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Un poco de Historia

Historia del monumento

 Las Torres de Mens (Malpica, La Coruña) en su estado actual se remontan a la
reconstrucción llevada a cabo por Lope Sánchez de Moscoso en 1471, aunque resulta
evidente la existencia previa de una fortaleza mucho más amplía, probablemente
destruida durante la revuelta de los Irmandiños, de la que queda. como resto un doble
foso desproporcionadamente grande dotado de contraescarpa.


 La planta circular del recinto amurallado manifiesta un asentamiento castreño al que
sucedió un castellum romano, según resulta de los restos arqueológicos. Durante la
Edad Media el lugar de Mens tuvo importancia como sede de un monasterio benedictino
del que no quedan más que vestigios, aunque la valiosa iglesia parroquial, atribuida al
Maestro Mateo, y la pertenencia al Arzobispado de Santiago de la fortificación,
muestran la importancia estratégica de la misma y explican tanto la rápida reedificación
de lo destruido por los Irmaridiños como el que los Condes de Altamira la emplearan en
la defensa de su frontera con los dominios eclesiásticos.

 

 Al sobrevenir la ruina de la Casa de Altamira, fue adquirida por la familia Abelenda en
1872, y tras un largo periodo de abandono debido en parte a la situación de pro indiviso
de la propiedad (periodo en el que se hundieron los pisos y tejados de las torres y la
mansión, y se arruinaron las murallas del recinto) los restos de las edificaciones fueron
salvajemente destrozados hasta que, en 1988, por herencia y por compra, se hizo con la
totalidad de las partes su último propietario (tataranieto de Pedro Maria de Abelenda) y
acometió las obras de restauración.

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La reconstrución

Descripción de los trabajos realizados.

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 La fase fundamental consistió en la reconstrucción de todas las partes de cantería y encintado de los aparejos, tanto de las murallas como de la casa. Es de destacar que la reparación de las murallas supuso levantar de nuevo el lienzo del Este en una longitud de treinta metros por un espesor de tres y una altura media de ocho metros, a base de mampostería de granito labrada por viejos canteros de la zona con herramientas tradicionales; la muralla del Oeste estaba gravemente dañada por el crecimiento de laureles entre los sillares, con áreas demolidas, y exigió grandes medidas de consolidación y una cuidadosa reedificación con los mismos elementos de piedra preexistentes y del mismo modo en que habían sido construidos. Al mismo tiempo se desmontaron, reasentaron y restauraron las dos escaleras de piedra que dan acceso a los adarves desde el patio de armas, aprovechando para devolver a su estado originario el camino de ronda en todo el perímetro. Complementariamente y adosadas a la muralla este, se reconstruyeron las antiguas caballerizas.
 

 La restauración de las tres torres de la fortaleza supuso una tarea, delicada y difícil, de consolidación y encintado de los muros, con reconstrucción de las coronas de los adarves y sus muretes de respeto, dificultada por la edad de los canteros que les impedía moverse con seguridad a semejante altura, y su empeño en emplear métodos tradicionales para el transporte e izado de las piedras.

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 La viguería de las torres y los estrados de los pisos reproducen exactamente la disposición original porque se asientan en los canecillos y ménsulas existentes y encajan
en los huecos de las paredes dispuestos en el siglo XV. Toda la obra de muros adentro se realizó en madera antigua de castaño y de roble tratado con creosota procedente de
derribos, para no emplear placas de cemento que pudieran alterar la fisonomía de la obra o sobrecargar los muros.

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 Son de destacar dos cosas:

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  • Primero, el cuidado con que se construyeron las escaleras de madera de la torre principal, en madera de roble autóctono, con una estructura volante en tres tramos excéntricos que comunican las tres plantas y permiten el acceso a la terraza.

  • Segundo, la reconstrucción de la galería de madera de esta torre, extraña para la mentalidad moderna, pero presente en la obra primitiva.

El premio “Europa Nostra”

 

En el año 1993 los propietarios de la fortaleza recibieron el premio Europa Nostra, en reconocimiento de la gran labor de restauración que llevaron a cabo; este fue otorgado a un particular por primera vez en España; desde 1949 las Torres de Mens eran monumento catalogado y, en 1994, fueron declaradas “Bien de Interés Cultural”, (BIC).

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